Autor/a: José Manuel Casado Sierra
...A partir de este inicio poco propicio, comenzó a elaborar unas cuantas reglas basándolas en sus observaciones y experiencias. Al sistema que surgió del empleo de estas reglas, lo denominó «ortopatía» o inclinación correcta. Formuló muchas de las «leyes» de la vida y denominó a algunas de ellas como aparecen a continuación:
- Las leyes de la acción y el reposo, es decir la necesidad para la actividad y el descanso (dormir).
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La ley de la economía, que surgió a partir de la observación que realizó a la forma en que el cuerpo humano controla sus energías vitales.
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La ley de la distribución fisiológica, es decir, cómo el cuerpo suministra a todos sus órganos y facultades de forma adecuada.
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La ley de la estimulación, cómo el cuerpo acelera sus actividades fisiológicas hasta alcanzar un nivel frenético cuando se introduce una sustancia tóxica.
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La ley de la acomodación, cómo el cuerpo se adapta a las sustancias tóxicas disminuyendo su resistencia vital y protegiéndose de los efectos nocivos de las toxinas. El cuerpo crea de forma gradual un mecanismo de defensa, parecido a un ejército, que actúa como barrera defensora de los ataques cuando es necesario.
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La ley de la limitación, es decir, la conservación de las energías vitales.
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La ley del equilibrio, esto es, la revitalización de las partes y facultades más debilitadas cuando un organismo enfermo se ha recuperado.
El doctor Jennings observó que la enfermedad no surgía como un ataque iniciado por algún ente maligno, sino que se trataba de una disminución de la energía vital o que ésta energía se proyectaba para la culminación de otras finalidades. Desde este nuevo punto de vista, afirmó que el causante de la enfermedad no era otra cosa que la reducción del suministro energético del cuerpo. Sus planteamientos eran correctos, sin embargo la ausencia de seguidores que construyeran sobre los pilares que había colocado, los dejó incompletos. Pese a ello, podemos afirmar, sin temor a equivocarnos, que el doctor Jennings debe considerarse como el padre del Higienismo o Higiene natural, puesto que fue el primero en intentar elaborar un estudio sistemático de la fisiología de la salud y la enfermedad.
El segundo gran maestro del Higienismo es Sylvester Graham.
Nació en el año 1794, seis años después el doctor Jennings. Durante su niñez, fue un chico bastante débil. Su obsesión por convertirse en una persona sana le llevó a estudiar todo lo relacionado con la salud, convirtiéndose en todo un experto en anatomía y fisiología. Antes de saltar a la escena de la salud, destacó como pastor presbiteriano. En el año 1830 y con motivo de la campaña antialcohólica, dio una conferencia en Filadelfia (EE.UU.) sobre los males fisiológicos del alcohol. Su efectividad sobre grandes audiencias era sorprendente, debido principalmente a su carácter violento. En Filadelfia demostró todos sus conocimientos sobre fisiología y salud y se puso al tanto de las enseñanzas promulgadas por un grupo de «vegetarianos» que se abstenían de comer comida animal o productos elaborados por los medios actuales. Este grupo, que basaba sus formas de vidas en los mandatos bíblicos, se hacía llamar Iglesia Cristiana de la Biblia.
Sylvester saltó a la fama durante la gran «epidemia» del cólera en el año 1832. Literalmente tuvo que enfrentarse contra todo el colectivo médico de la ciudad de Nueva York y contra los intereses que apoyaban el sistema médico. Mientras los médicos aconsejaban a sus pacientes que se abstuvieran de ingerir fruta y que cocinaran toda su comida, el doctor Graham pedía una y otra vez que se consumieran frutas en su estado natural. También defendía, entre otras medidas sanas que atentaban contra las enseñanzas médicas, que se abrieran las ventanas, para dejar entrar la luz del sol y el aire fresco. Es preciso señalar que aquellos que cumplieron las recomendaciones del doctor Graham no sufrieron la epidemia del cólera, mientras que los que siguieron las órdenes médicas murieron masivamente.
Su fama como conferenciante sobre la salud tuvo su punto culminante en 1832 y, más que ninguna otra persona, supuso un gran avance para el Higienismo. Las solicitudes para que asistiera a una y otra conferencia llegaban de todos los lugares de la costa este. A sus conferencias siempre acudían miles de personas, que se agolpaban para escucharlo atentamente durante horas, en busca de una salvación de la enfermedad y lograr una vida sana.
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